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EL PENE ES UN BICHO FRÁGIL

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  Nos gustan los mitos. Nos explican lo que somos, lo que hemos sido y también lo que quisiéramos ser. Cuántos personajes masculinos en los mitos que heredamos: Hércules por allá superando pruebas, Ulises volviendo a Ítaca, Sansón acabando con los filisteos, Prometeo robando el fuego a los dioses. Están los comandantes de ejércitos invencibles, los guerreros que no se rinden nunca, el vaquero que luego de salvar al pueblo se aleja sobre su caballo rumbo al atardecer, el caballero de brillante armadura que rescató a la princesa de las garras del dragón. Actualmente hay personajes menores que siguen encarnando el mito de lo masculino: algún actor Hollywoodense que conquista bellezas, el millonario que levantó un emporio, el deportista que lo gana todo. Y está el pene. Ah sí, porque el pene es también un mito masculino. O quizá, más que decir el pene, habría que decir El Falo, así con mayúsculas, como mayúsculo es él. Ni más ni menos: allí entre nuestras piernas, como un cetro de rey, var

La homo y la transfobia. Aprender el odio.

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La homofobia, la transfobia son odios aprendidos, capaces, incluso, de matar. La cifra de homicidios a personas LGTB se ubicaría en 179 homicidios en 2021. En el último lustro, suman al menos 461 muertes violentas de personas sexodiversas, dice el Informe  de m uertes violentas de personas LGTB en México, 2021. ¿Qué ideas sostienen este odio y desprecio? Porque sin duda, se trata de algo aprendido. Vivimos en una sociedad heterocentrada, donde se considera que la heterosexualidad es la única opción válida, lo que sale de ella se invalida, se reprime o se castiga. Atrás del heterocentrismo está el tema de la reproducción y atrás de la reproducción, cómo no, la economía. La pareja y la sexualidad, desde ese punto de vista, deben ser reproductivas. No es casual que lo sean, pues la reproducción obligatoria responde también a un tema económico: el de generar seres humanos que hagan funcionar el sistema, produciendo y consumiendo. Pensémoslo desde la mirada heterocentrista: la sexualidad de

Ser vaso vacío. Sobre la razón poética y la terapia Gestalt.

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  Hay que hacer el vaso vacío y puro y resistente, para que en él se haga el espíritu. (…) No hay que hacer el espíritu, sino el vaso. Ser vaso vacío y resistente hacia fuera, sin forma hacia dentro .   (María Zambrano)   “El claro del bosque es un centro en el que no siempre es posible entrar; desde la linde se le mira y el aparecer de algunas huellas de animales no ayuda a dar ese paso. Es otro reino que un alma habita y guarda. Algún pájaro avisa y llama a ir hasta donde vaya marcando su voz. Y se la obedece; luego no se encuentra nada, nada que no sea un lugar intacto que parece haberse abierto en ese solo instante y que nunca más se dará así. No hay que buscarlo. No hay que buscar. Es la lección inmediata de los claros del bosque: no hay que ir a buscarlos, ni tampoco a buscar nada de ellos. Nada determinado, prefigurado, consabido”. (Zambrano 1986 p.4) Así inicia Claro de bosque , el libro de María Zambrano. Releo cada palabra, conmovido, asombrado. Un lugar q

Fragmentos de RAVENSBRUK 1

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Les cuento que hace un año más o menos escribí una novelita que sucedía, en parte en un hospital psiquiátrico. Uno de los personajes es una artista plástica que acude al hospital a hacer servicio social dando talleres a los pacientes. Junto a eso, se le ocurre hacer retratos de algunos de ellos. Algunos capítulos de la novela van de eso: contar algo del paciente y del retrato. Les compartiré por aquí esos fragmentos. Retrato de Lucía. La he pintado con trazos simples, no podía ser de otro modo. El fondo del lienzo apenas manchado de un gris muy tenue, como si el pincel lo acariciara. Pensaba en aire, en soplo, en plumas. No es fácil delinear un rostro, una persona y una vida en pocos trazos, pero si lo hiciera de otra forma la traicionaría. Que sus ojos miren lejos. Que el lienzo sea un lugar de paz, una nube navegando despacio. Lucía es poeta. Publicó, hizo crítica, impartió clases en la universidad. Muchos logros para alguien aún joven. Actualmente pasa su tiempo concentrada en lo qu

¿Es la terapia un dispositivo de control?

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  De la distancia entre la semilla y el sol comprendo que todo es posible. (Beatriz Vallejos)   Elijo incomodarme, picarme las costillas, jalarme las orejas y morderme allí donde más duele. E invitarte a ti. ¿Despertarme? Quizá. Los años de hacer lo que hago adormecen y anestesian. A veces el consultorio es una burbuja que aísla. Bien vale entonces hacerme preguntas que perturban. Las preguntas que me llevan a respuestas complacientes, las que me dan la razón desde el principio, casi nunca son verdaderas preguntas sino modos de afirmar lo que ya sabía y mantenerme en donde ya estaba. La pregunta me inquieta y siento la tentación de mirar hacia otro lado, de ignorarla. Esa primera pregunta me lleva a otra: ¿La terapia sirve? Lo más sencillo es responder que sí, que por supuesto la terapia sirve, que a mí me ha servido, que a otros también, que mucha gente dice lo mucho que la terapia le ha ayudado. Suspiro entonces: asunto resuelto, lo que hago tiene sentido, la terapia s